domingo, 10 de mayo de 2009

.Confusión por los cambios en los mensajes nutricionales.

La dieta mediterránea se ha convertido en una panacea a pesar de que las evidencias sobre sus potenciales beneficios son escasas.


Fundación de Ciencias de la Salud

De acuerdo con lo apuntado por la Dra. Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital de Getafe (Madrid), en el marco de la jornada “De la obesidad a la anorexia: controversias en la alimentación actual”, organizada por la Fundación de Ciencias de la Salud, el Instituto Tomás Pascual Sanz y la Residencia de Estudiantes, “el alimento en sí mismo ha dejado de ser un elemento natural para convertirse en algo muy sofisticado que puede utilizarse de muchas maneras. Y la utilización de los alimentos de manera errónea, por sobre información o falta de ella, acaba pasando factura a nuestra salud de muy diversas formas”.


Es más, en palabras de la Dra. Monereo, “los alimentos se están utilizando casi como fármacos –sobre todo los denominados funcionales–, por lo que no estaría de más que se demostraran todas aquellas propiedades curativas que se les atribuyen”. Y es que, como indicó el Prof. Gregorio Varela, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad CEU San Pablo, y presidente de la Fundación Española de Nutrición, “a pesar del avance en el conocimiento, no existe otra ciencia –en alusión a la nutrición– que esté más rodeada de creencias, mitos y magia”.



El resultado, a la par que el problema, es que “la constante modificación del mensaje nutricional en los últimos tiempos ha generado, en muchas ocasiones, confusión en el consumidor”, explicó el profesor Varela. Así, por ejemplo, “la dieta mediterránea ha pasado de ser una gran desconocida a convertirse en una panacea, a pesar de que son escasos los estudios con evidencia científica de sus potenciales efectos beneficiosos”. El aceite de oliva, el pescado y el vino son algunos alimentos cuyas virtudes se han visto globalizadas.



Por su parte, la Dra. Clotilde Vázquez, jefa de la Sección de Nutrición Clínica del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, señaló que “bajo los trastornos alimentarios que van de la obesidad a la anorexia subyace una relación anómala con la comida. Todos tienen una base genética importante, aunque la insatisfacción con la propia imagen nace fundamentalmente de la enorme presión social, que afecta especialmente a las mujeres”.


A la obesidad desde las dietas


Como consecuencia de todo esto, la gente joven está haciendo dietas demasiado drásticas. “Una exagerada restricción calórica predispone al organismo para un posterior efecto rebote, con lo que se suele ganar más peso del que se perdió y mayor cantidad de grasa”, apunta la Dra. Vázquez. “Es preocupante que, cada vez más, se llegue a la obesidad desde el deseo de adelgazar. El equilibrio está en la normalización de la imagen como algo muy diverso, no sujeto a cánones externos, y en el saneamiento de la relación con la comida”.

En relación con la fiabilidad de la información y comunicación sobre alimentos, José Ignacio Arranz, director general del Foro Interalimentario, una asociación sin ánimo de lucro formada por 14 empresas punteras, y ex director ejecutivo de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, ha señalado la necesidad de informar y formar a la sociedad basándose en comunicación no comercial, veracidad, excelencia y soporte científico. “La comunicación genérica formativa y no comercial no sólo debe ser realizada por las administraciones y el mundo académico, sino que también han de implicarse los agentes económicos de la cadena alimentaria. Es evidente que empresas o asociaciones que así procedan serán menos cuestionadas cuanto mejor sea su perfil y mayor su trayectoria de excelencia”.

Por último, el Prof. Diego Gracia, catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Fundación de Ciencias de la Salud, indicó en relación con el aspecto ético de la dietética que “hay muchísimas instancias interesadas en que nos alimentemos según criterios que les vienen bien, y no en base a lo que uno debería decidir de manera autónoma”.

Así, como concluyó el Prof. Gracia, “cuando la oferta de productos es tan grande, es necesario fomentar la información verídica y la responsabilidad en la elección: sólo personalidades maduras conseguirán tomar decisiones correctas ante tan amplio abanico de posibilidades”.

http://www.intramed.net/actualidad/contenidover.asp?contenidoID=59715